sábado, 23 de febrero de 2013

Verónica.


Puede entrar mi corazón en mi puño, hasta podría aplastarlo si quisiera. Podría entrar en el laberinto infinito de las preguntas y quedarme en ese espacio tiempo indescifrable, hasta podría enterrarme vivo para tragar tierra hasta morir, pero, en el punto máximo de mi liberación mental, caigo hasta el fondo de mis sentidos para poder desenterrar mis huesos machacados y reconstruir a la persona que ahora está escribiendo y que no tiene aliento para mover las piernas y salir a luchar.

Con tan poco puedo desmoronarme, pero con mucho puedo salir, si hay algo que me gusta de mí y que se podría decir que es mi fuerte, es que siempre me la juego por todo, no dejo nada en el cuarto de las síntesis, simplemente me tiro, me lanzo hacia esa corazonada que cada día es más fuerte. No me gusta dejar las cosas por perdidas, prefiero jugarme el mundo entero por lo que pienso y siento. Podría salir muy lastimado, pero a la vez, no, podría salir ileso o con pequeñas marcas.

Capaz leo esto en un par de meses y me arranco la cabeza, pero hoy siento esto, y cambié de horizontes, siento que estoy comenzando a vivir de verdad y de cero, en otro mundo, con otra vida y con otro entorno. Será muy duro, lo sé, pero creo que tengo que pasar por eso, y ser fuerte para afrontarlo y ver el horizonte cada vez más cerca de mi rostro. Ésta vez voy a dejarme caer, cierro los ojos y me lanzo al abismo.

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