martes, 19 de febrero de 2013

City Lighter.


A veces gritando nos entendemos todos. Muchas otras nos cuestionamos si estamos hablando con el mismo código sonoro, o simplemente con palabras parecidas pero con distinto significado. Solo podemos correr en círculos hasta que nos estrellemos con una pared, no es la misma, simplemente la mía es de concreto. A veces siento que en la cabeza tengo mucha arcilla seca, porque simplemente siento que me pesa y se me caen las ideas. Las que provienen de mí, no son como las que podrías llegar a pensar, simplemente un escape de marginalidad elocuente que escapa de mi misma percepción y aniquila mis sentidos. Ya no se me erizan los pelos de la piel o del brazo, y ya no se como voy a hacer para poder vivir tranquilo, sin que mi cabeza me juegue otra vez una mala pasada, capaz tenga que depender otra vez de pastillas o simplemente destrozarme los sesos hasta licuarlos.

Entre todo éste mundo dibujado precariamente pude encontrar una pequeñita luz que brillaba en el horizonte, y así, pude llegar hasta éste punto que siento que ya no tengo ni pies ni cabeza, porque perdí mi instinto para alejarte y para poder correr cuando el estómago empieza a digerir mi organismo. En parte me siento equivocado, pero en otro punto de mi ser, creo que podría aguantar un poco más, no suelo rendirme fácil o dejar que se pierda en el medio de la oscuridad. Te entiendo, aunque me duela la cabeza, te entiendo, y entiendo más de lo que algún ser vivo pudiera asimilar. Siempre me tiré al río sin mirar, porque luché y lucho por todo lo que creo posible. Mi margen de error puede ser una constante línea curva que marca toda mi carne, pero de ella misma aprendo.

Si, pudiese escoger, creo que volvería a caer en el abismo sin fin y escuchar como mis huesos se rompen en el suelo. Nunca me destaqué por la inteligencia, pero si por jugar hasta mi última ficha, tal vez sea suicida, en el fondo, mis tripas gritan piedad y me elevan en un mundo de equilibrio constante para doparme la cabeza y dejarme seguir, pero puedo huirles, y también explotar en millones de partículas.

En fin, sigo acá, parado, capáz sin poder [querer] irme;

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