jueves, 24 de marzo de 2011

Ele é... É um grande idiota.

¿Viste cuando te sentís triste, pero muy triste y te duele el pecho? Es esa sensación la que duele, o, el motivo que te llevó a estar así. Como si fuera algo lo suficientemente importante como para poder desordenar tus sentidos. Si las palabras no fueran tan importantes o si mis oídos no les diera más eco del que realmente tiene, seguramente no estaría así.

Pero, ése es mi gran problema, y no se como combatirlo, porque en realidad lo que me duele son las palabras, va, no en su totalidad, pero ellas me conducen a otros lados, que, honestamente no tengo ganas de ir. Porque muchas veces una simple y estúpida oración te puede abrir una gran puerta en la cabeza y si no tenés noción del límite, podés terminar en cualquier dimensión. El tema es, cuando no es conocida, pero buenho, ese es otro punto.

Aún todavía no entiendo la necesidad de hablar ciertas cosas que no tienen mucho sentido teórico y que solo dejan puertas abiertas para que uno entre, pero inducido por el poder de las mismas palabras. Mucha gente desconoce el poder del dialecto, y es por eso que sin darse cuenta [muchas veces], deja que explote el reactor y deja salir radiación, pero, pobre del que está cerca, porque si es alcanzado por ella o el plutonio, sufre las consecuencias, pero no de la misma radiación, sino, las del que dejó explotar al reactor. Es ahí que no entiendo a la gente, la estupidez humana no tiene un límite para lastimar y es lo que más lastima. No tiene medida, no tiene parámetros, solo se expande sin cesar.

Y buenho, lamentablemente estaba en el camino, pero creo que ya es tarde para buscar un motivo inicial, porque acá estoy, siento que tengo el pecho desgarrado y si eso no fuera poco, mi cabeza no para de girar, y todo por frases que no tiene sentido escribirlas. ¿Cuál es el fin de anunciarlo? ¿Creerse listo, canchero, avivado? No lo se, pero se que lastima, y mucho, a veces es mejor no decir ciertas cosas, no solo por la falta de sentido, sino, por la dimensión que tiene para lastimar.

En fin, el hombre tiene un arma poderosa para dañar y no la sabe usar, daña y daña y después uno se pregunta ¿Por qué tiene miedo para abrirse con alguien? Y…Porque está cansado de la estupidez, de que no midan las consecuencias, de que solo lastimen y no se den cuenta. Ganas de en encerrarme y desaparecer no me faltan, pero, no quiero la salida fácil, no soy un perdedor. ¿Qué más puedo decir? ¿Qué cada día se hecha más tierra encima de una tumba que con sus propias manos cavó? No se, pero que es una realidad, es una realidad. Y lo peor de todo, que me da bronca.