viernes, 28 de marzo de 2014

The Winder Down Feel.

Recuerdo que cuando éramos chiquitos nos preguntábamos si la vida nos iba a separar. Tan unidos como si fuéramos nuestro mismo cuerpo. La soledad tan oscura esperaba por nosotros, pero sin conocerla, nunca nos dimos tiempo a sufrirla. Porque cada tarde, cada noche éramos nosotros compartiendo miles de cosas que hoy son recuerdos.

Cuando era chico recordaba mi soledad como un juego individual, tan precario que lo llenaba con tus recuerdos, y era ahí donde te sentía otra vez. Hoy; solo en casa, mirando en los rincones dibujando tu figura. Tan fría la vida a veces, mis sentidos se deterioran y vuelvo a sentir otra vez. Alrededor mío da vueltas tu presencia, tus anécdotas, porque cuando era chico, todo ésto no cabía dentro de un futuro, porque no pretendía cobrar vida.

Y ahí es, cuando tan solo puedo sentirte respirar como aquella dulce vez, porque te siento de nuevo.

viernes, 7 de marzo de 2014

Remember The Day.

Recuerdo el día en que apareciste.
Y en el que te fuiste entre la lluvia.
Tampoco pude correr a buscarte.
No crucé la ciudad.
No puedo demostrártelo, y tampoco puedo ver.
Por siempre más.
Déjame ir, déjame huir y no repitas mi nombre.
Porque mi Khanê se fue, y hoy se fue para jamás volver.
Durmiendo entre mis cosas, mis recuerdos.
¡Dejame en paz!
No quiero que aparezcas, no voy a recorrer ciudades para perderte.
¿Cuántos soles atravesamos?
Déjame ir, sin repetirlo varias veces, solo quiero irme, para siempre una vez más.
A través del tiempo quiero perderme.
Voy a mirar el sol hasta quedarme ciego, para jamás volver a verte.
De donde soy, por donde voy, ahí es donde no voy a estar.
Cuando apareciste, mi vida se derrumbó, para modificarla por siempre.
Solo dejame vivir en paz. 

sábado, 1 de marzo de 2014

Is It Any Wonder.

Y un día, después de tanta lluvia, sale el sol, salió, más brillante que nunca sobre aquel horizonte que parecía perdido luego de ver tanto llover. Y si fuese un poco más lúcido lo hubiera apreciado de otra manera, y quizá, frente ha tanta espera mis ojos se desquebrajarían con el resplandor de aquella gran oportuna acción coherente. Con una fuerza interior pude ver el gran recorrido de éste astro que ante notoria acción me derretí entero, pero sin abrir la mirada hallé la oportunidad de dirigirme hacia él y poder tocarlo.

No encuentro adjetivos, tampoco verbos, no puedo ni respirar frente a él. Y hoy, ahora, y entonces me encuentro rodeado de un destello infinito de luces de colores y quizás pierda la cordura y me ahogue en mi propia saliva, pero aquello era de única oportunidad, grandes magnitudes que frente a mí, carecían de lógica alguna. Sin poder desarmarme por completo, cierro mi ciclo, destrozo mis huella e intento brincar sobre sí, como si fuese la última oportunidad.

Luego de completar su curso y de ver el intercambio y la mezcla de colores, no encuentro forma de expresarlo y mucho menos de dibujarlo, porque es tan común y cotidiano que muchas veces perdemos la percepción hacia él, y de alguna manera abstracta no logramos describirlo. Fuerza en mí, gran fuerza que empuja me de todo.

Luego del atardecer, culmina su ciclo, su oportuno ciclo que no es casual, ante el primer lucero que proclama el cielo como propio, pasa a ser parte de la bolsa de lo que no es indispensable, para convertirse en uno más, porque todo es repetitivo y hoy, es, cuando un hecho que deja de ser cotidiano comienza a tomar una gran valides humana y nos deja perplejo ante nuestros ojos y decimos muchas veces; *gracias*.

Hoy, ya sin aliento y con mi vida a medio terminar escucho ofertas, ofertas que me valgan, que me den sentido y que me logren hacer sentir vivo al menos una vez más.