Pude haber perdido todo, me pude haber quedado con nada, aún sin mis cosas,
sin mi cabeza, sin mis órganos, pero alrededor de todo esto, solo gira una
idea, un deseo y un sentimiento que revive a todo mi ser en cuestión de cuotas
minúsculas de calidez humana. Si he de perder la cabeza, he de derrocar mis
neuronas para poder alzarme al corazón desangrado que habita entre mis
costillas, podría estar listo para ir, para surgir del calcio e irme volando
hacia un cielo más puro y limpio del que habito ahora mismo. Sin verbos en la
boca para poder defenderme, sin ganas de brillar en el cielo, caigo, caigo
atrás de un montón de basura rodeada de vísceras.
Ahora no estoy seguro de lo que siento, tampoco de lo que quiero, porque
tengo los pies en agua hirviendo ahora y mi cabeza está partida en dos.
Me puedo hundir un sin fin de veces, hasta podría estallar entre las
estrellas, pero aún no me sentiría hecho, tampoco en falta, sino, un hueco en
mi gran cabeza desteñida de sentimientos y hambrienta de razón. Con muy pocas
fuerzas en los dedos, desgarro mi tórax para vaciarlo completamente y revolver
en él todo lo que quisiese encontrar de impulsos. Tampoco podría correr muy
lejos si tengo las piernas atadas al banco de madera que me amarra las ganas de
vivir. Quedarme sería inútil si mis objetivos son otros. En un orden de cosas
paralelas a las que mi propia mente idealiza, creería que huir sería buena idea
cuando en realidad mis raíces se encuentran en ésta tierra y no podría
conciliar el sueño sin ellas.
Basta con anhelar como para poder enfatizar. Tengo tentativas de odio y de
celos cuando realmente pienso en todo como un gran *sí*, pero siempre existe el
punto medio de mediocridad aparente que resulta de mi propio masticar de
neuronas frías e insulsas que declaran paz en mi para no salir lastimado de
ante mano. Si quisiera pertenecer, sería un, y si quisiera quedarme, estaría
en.
Ya así, creo que podría dar por perdida mi jugada y enterrarme hasta las
rodillas esperando florecer nuevamente y convertirme en un gran árbol de
manzanas, mientras juegan a mi alrededor y veo como arrancan los frutos de mi
para poder ser. Si tan solo me fuese fácil escupir mi corazón y masticarlo
hasta desintegrarlo, hoy, estaría en la sima de mí mismo proclamando independencia
y considerándome un estado independiente, pero, sigo siendo colonia, colonia de
una gran dictadura que perdura por los siglos de mi tiempo hasta que, en algún
momento, estalle de color.
Basta de torpeza, basta de creencias, y basta de terrorismo, porque estoy
harto de lo que ocurrió acá, porque estoy cansado de correr con las piernas
rotas y simplemente el hielo de la paciencia se me derritió en la falda y he de
mojar todo. Ha hecho ésto como tantas veces, que hasta sería relevante creerlo
un sin fin de veces. Por tanto y para tanto estoy aislado de todo, hasta que,
algún día, mis ojos puedan ver de verdad y no un manto gris de esperanza
esotérica que siempre efusivamente ve. Si tuviese fiebre de verdad, con tantos
verbos en mi boca, hubiera delirado lo suficiente como para haber armado
oraciones coherentes, pero, lamentablemente, así soy, un horno eléctrico en una
época equivocada, en un milenio errado y hasta en el planeta menos oportuno. Si
me tomara de la mano, ahora, mi sonrisa se elevaría hasta la estrella más
lejana y me dejaría caer hasta que el mismo suelo me funda en su más oscuro
componente y me aflore de nuevo.