lunes, 25 de abril de 2011

Forgot.

De curso y hacer entender lo que yo quiera. De todos modos a veces siento una especie de mal interno, pero otras no. En otro momento, en la estratosfera hubiera hecho que un ruso [sin saber nada del castellano], pudiera entender lo que me pasa. Ahora, en éste momento, perdí las ganas de lograr ese cambio de materia. Así también dejé en el espacio la mayoría de las cosas/objetivos que me hacían movilizarme para cambiar las rocas de lugar.

37 sabe que está mal, que, realmente en su interior pasa algo, que hace años lo inmoviliza. Porque no pasa por no tener ganas o simplemente la falta de querer esforzarse. Algo sucede, no es normal o, quiero creer que no es parte de su personalidad porque sino las cosas se van a complicar. En cuestión, a medida que transcurre el tiempo, se hunde más y más y lamentablemente ya las palabras se desvanecen antes de llegar a sus oídos. No es capricho, es un problema, un conflicto. Para él, en el presente, escribir no le resulta un medio para desahogarse, la vida comenzó a desinteresarle y las ganas de vivir, claramente, culminaron con el correr del primer equinoccio. ¿En qué momento pasó esto?, honestamente, ya nadie lo sabe. Lo peor de todo, es que no le importa más nada de nadie ni de nada, entonces… ¿Qué sigue después? Si ya nada le importa… ¿Qué sigue después? Terror a la respuesta, terror a todo.

sábado, 23 de abril de 2011

ESTOY MUERTO.

martes, 12 de abril de 2011

Blackstars.



Se apagan como luces en la oscuridad, como una estrella en el cosmos, simplemente dejan de existir. Luego no hay nada en su lugar y el vacío es reemplazado por más vacío, y su pequeña presencia pasa a ser un gran hueco tapado por el tiempo. Como pequeñas almas que se pierden en el recuerdo, que pasan sin pena ni gloria, que dejan un camino como el del caracol que, en la primera tormenta, se desvanece. Cuerpos sin vida anhelando una, en espera de algún alma que pase por ahí queriendo ser recordada, aunque esté condenada al olvido, como lo es en la vida, como todo, siempre termina en un cajón bajo el océano. Como cartas sin remitente o como simplemente una estrella apagada entre millones.