domingo, 27 de enero de 2013

Hola.

En un punto de mi vida creí haber pasado por todas las situaciones incómodas que creí que existían, pero por momentos, el cosmos puede revertir miles de teorías hasta refutarlas. Cuando creía que con solo leer se podía depredar mis sentidos, es hasta que llegué al culmine momento en que mi cerebro estalló en miles de fragmentos irrepetibles y hasta incluso invisibles para el ojo humano. Sentí por cortos lapsos de lucidez como mi corazón y cabeza chocaban entre sí y se dinamitaban mutuamente, casi como un suicido pactado. No creí que estaba en mis pies para ese entonces, me encontraba en un mundo paralelo muy distinto al que habito, capaz me encontraba flotando en té o quizá en alguna sustancia tan turbia y espesa que me impedía poder ver mí alrededor. Casi como un complot entre mi inconsciente y mi no tan inconsciente bebía de mi propia saliva para poder anestesiar mi cerebro y dejar de crear sentimientos fantasmas hasta incluso visiones que en posterior serían el elixir de mi pasión y el combustible de mis días. Aunque esto era simplemente el comienzo de lo que sería una paradoja, creí que estaba con los pies sobre la tierra, pero no, me encontraba caminando sobre agua, sobre la nada misma, y una vez más, caí hasta lo más profundo, casi tocando fondo del barro, donde me sentí como en mi hogar, revolcándome entre mis miserias. No tuve mucha misericordia ante mí mismo, pero sí ante su rostro, que hasta el día de hoy, me sigue transmitiendo algo, algo ajeno que mi cerebro todavía no puede descifrar. Casi como un comienzo, casi como un buen fragmento sonoro de mi canción favorita, así me sentí en esos días donde todo era una peligrosa perfección, en donde muy en el fondo, sabía todo lo que iba a suceder, pero, una vez más, me creí dueño de mi destino, y seguí adelante. Sin oír esas palabras que me atravesaban como navajas oxidadas. Si fuera un poco más consiente, hoy estaría en otra parte del mundo, quizá en un lugar tan cálido como mi cabeza, pero no, decidí caer en el inmenso mar frío de mis fantasías y crear un final paralelo que me convenía. Caminando río abajo y siguiendo la corriente, esperé llegar a la cuenca que tanto buscaba, pero no, era simplemente un delta enredado entre mis ojos que simplemente iba a confundirme y arrojarme una vez más, hacia el principio, como un laberinto. Esperé, tuve fe, resé y hasta pedí, pero jamás de los jamases aconteció eso que tanto esperaba. Pero bueno, en el principio de la creación lo supuse y hasta me lo puse como final obvio y cuasi seguro, ahí es donde me auto-mentí, es donde Disney entró en mi cabeza y me creó una banda sonora de una fantasía tan viva como irreal, pero el calor era tangible, el aroma lo sentía y hasta lo veía, pero, todo en un punto de la historia termina, se marcha, es tan inevitable como la muerte misma, es un cambio de materia, un cambio de corazón, de cerebro, una forma de vida, un hábito.

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