jueves, 30 de julio de 2015

Luis Miguel.

No encuentro un idioma que me identifique.
Tampoco un color y muchos menos una bandera.
Desde no mucho, pero si tanto, que siento un desarraigo mental.
A veces aplaudo cuando no tengo que hacerlo
y vivo descolocado en espacio tiempo.
Siento que soy como un alíen, tan lejano de la Tierra,
y tan cercano a lo ajeno.

Se que en un futuro tan cercano como el presente
sentiré que no puedo hablar con nadie
y, que, en cierto modo, todo tipo de comunicación ya es inútil. 

Muerdo mis uñas y como mis dedos para no caer en la tentación,
la tentación de volver a creer en que un día podré sentirme cómodo.

Rodeado de tanta gente y tan solo que, por momento puedo gritar
y, y tan solo mi entorno mantiene su estabilidad social.

¿Y si me río? ¿Qué pasa?

Podría dejar de respirar que, en un entorno tan acotado, mi ausencia hoy
reclamaría tanta libertad como podría suspirar en el espacio.

No quiero dejar de sentir el desarraigo mental porque ésta no es mi casa.
Porque no comprendo la vida en éste planeta y mucho menos
puedo respirar el mismo oxígeno que mis entes más cercanos.
Y, aunque sea terrestre, hoy, siento que soy de otro mundo.


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