Porque sueño con los ojos abiertos
y puedo ver la luna a través de tu mirada.
Escucho la armonía del intenso amor que nos rodea
y comienzo a sentir mi corazón latir.
No necesito estar enamorado para saber que te quiero,
tampoco preciso que nos una un lazo para adorarte hasta el cielo.
Aún así, puedo correr hasta el océano Pacífico
y demostrarte que acá estamos en la misma sintonía.
Dejó el dolor a fuera y me lanzo hacia un abrazo eterno
que me devuelve las ganas de vivir en un inmenso mar de flores.
Intento caer, pero floto entre tantas mariposas
mariposas que hoy crecen con cada latido de corazón.
Ya no existen lluvias ni domingos, ni mucho menos otoños e inviernos.
Y los años luz son tan alcanzables como la distancia que nos une en éste planeta.
Sin dolor ni mucho menos decepción, tantos calcos de felicidad
y tantos experimentos de lealtad que hoy no importan porque,
cuando algo es real, el resto flota en el aire.
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