lunes, 28 de diciembre de 2015

Caterpillar:


El viento choca con mi cara y las hojas caen sobre mí, puedo oler todos los colores y ver todos los aromas. Logro ver todos los sonidos del viento, porque con un aroma tan cálido y otoñal me suspendo tan alto que, no logro escuchar las sombras que me rodean, sin tristeza que sentir y sin sangre que tocar, tan cerrado y tan valiente de mí mismo.  Tan rápido y tan veloz como mi propia saliva que se escurre por cada rincón. A veces, no logro escuchar porque tampoco puedo ver.





Cierro los ojos y detrás de mí puedo sentir todo ese temor escurriendo por mis poros, sin lugar por donde esconderme y sin agujas que clavar. Ya siento que todo aquel espasmo pudo ser, tan solo un poco de dolor ajeno. Prometo largarme rápido, porque no sé que estoy esperando.

Dejo las hojas pasar, dejo el viento escurrirse por entre mis dedos, mi rostro se tiñe de una dulce melodía y mi olfato se agudiza con sonido. Siento el gusto de cada rayo de luz y de cada efecto sonoro que me rodea. Mi tacto se agudiza y mis ojos se agrietan, puedo ver en la oscuridad, pero no se abrir los ojos bajo el agua.



Ya no quiero nadar, ya no quiero bucear, tampoco sentir, porque, la magnitud de mis sentidos es tan grande como el universo.


Si te prometo callar, es porque voy a estar muerto.













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