jueves, 30 de julio de 2015

Luis Miguel.

No encuentro un idioma que me identifique.
Tampoco un color y muchos menos una bandera.
Desde no mucho, pero si tanto, que siento un desarraigo mental.
A veces aplaudo cuando no tengo que hacerlo
y vivo descolocado en espacio tiempo.
Siento que soy como un alíen, tan lejano de la Tierra,
y tan cercano a lo ajeno.

Se que en un futuro tan cercano como el presente
sentiré que no puedo hablar con nadie
y, que, en cierto modo, todo tipo de comunicación ya es inútil. 

Muerdo mis uñas y como mis dedos para no caer en la tentación,
la tentación de volver a creer en que un día podré sentirme cómodo.

Rodeado de tanta gente y tan solo que, por momento puedo gritar
y, y tan solo mi entorno mantiene su estabilidad social.

¿Y si me río? ¿Qué pasa?

Podría dejar de respirar que, en un entorno tan acotado, mi ausencia hoy
reclamaría tanta libertad como podría suspirar en el espacio.

No quiero dejar de sentir el desarraigo mental porque ésta no es mi casa.
Porque no comprendo la vida en éste planeta y mucho menos
puedo respirar el mismo oxígeno que mis entes más cercanos.
Y, aunque sea terrestre, hoy, siento que soy de otro mundo.


martes, 28 de julio de 2015

Little Traps

Porque sueño con los ojos abiertos
y puedo ver la luna a través de tu mirada.
Escucho la armonía del intenso amor que nos rodea
y comienzo a sentir mi corazón latir.

No necesito estar enamorado para saber que te quiero,
tampoco preciso que nos una un lazo para adorarte hasta el cielo.
Aún así, puedo correr hasta el océano Pacífico
y demostrarte que acá estamos en la misma sintonía.

Dejó el dolor a fuera y me lanzo hacia un abrazo eterno
que me devuelve las ganas de vivir en un inmenso mar de flores.
Intento caer, pero floto entre tantas mariposas
mariposas que hoy crecen con cada latido de corazón.

Ya no existen lluvias ni domingos, ni mucho menos otoños e inviernos.
Y los años luz son tan alcanzables como la distancia que nos une en éste planeta.
Sin dolor ni mucho menos decepción, tantos calcos de felicidad
y tantos experimentos de lealtad que hoy no importan porque,
cuando algo es real, el resto flota en el aire.

sábado, 18 de julio de 2015

Silencio.

Y un día, tras idas y vueltas llegué, llegué a aquel lugar donde solía imaginarme un paraíso tan cálido y amable que hasta en los sueños más oscuros se podía ver acogedor. Con un largo camino por delante y varios obstáculos que cesaban por momento vagos, logré llegar, logré asentarme y pude, bajo todo tipo de presión, sentirme parte de aquello que alguna vez fue solo una fantasía.

Mis sentidos no bastaban para lograr conocer todo aquello que albergaba ese sin fin de cosas nuevas, que, de un día para el otro llegaron a conformar un icónico lugar. Mi estado de mente aún conlleva consigo un sin fin de viejos códigos que ahora ya caducaron, porque ante todo, el egoísmo innato del ser humanos reina sobre éste pequeños mundo de almas en pena.

Con un gran corazón en constante desangre y una agotadora agonía el alma se cura y sana, pero el dolor eterno de una profunda decepción, perdura, perdura por muchos años, quizá por varias vidas, incluso la infinita tristeza se convierte en un infinito dolor punzante en los rincones más remotos del corazón.

¿Y si algún día dejamos de ponerle tantos valores a las personas y simplemente las dejamos pasar?
A lo mejor, la vil realidad es, que, justamente en éste mundo, el ser humano está muy supervalorado y ya no vale ni una mínima parte de lo que nosotros creemos.

Por eso, hoy, luego de tantas idas y vueltas logré llegar a ese reino tan lejano y tan cercano llamado silencio.