La felicidad solo dura momentos. Cada buena cuota de entusiasmo, felicidad o todo sentimiento que energiza nuestro ser, solo dura pequeños tramos de vida e incluso por lapsos de pequeña lucidez mental. Hasta podría llegar a pensar que un segundo dentro de la escala real y terrestre de tiempo, es lo que vive la felicidad en nuestra vida, es como un pequeño espasmo donde se contrae nuestro cerebro ante la búsqueda de más Endorfina.
Apreciar la vida desde otra concepción de la misma logra la adaptación de mi cabeza al imaginario real de la misma. Si tan solo pudiese verlo de modo más abarcativo, hoy sería una estela de buenos momentos recopilados en un poco de adrenalina.
Ante la inminente medida, podría llegar a rascar mi cabeza y huír cada vez más lejos, pues, esto no sería un escape sino la manera perfecta de encontrarme conmigo mismo. Frente a nuevos horizontes y formes de ver la vida, quisiera llegar con otra buena mirada, el año recién comienza, ya no me planteo objetivos, ya no planeo nada más que el hoy, quizás el segundo siguiente, pero más no.
En cómodas cuentas voy depositandome en cada buena idea que percibo y hasta podría llegar a estar más abierto ante nuevas visiones, no se que haré de acá a mañana, lo que sí sé es que comienzo conmigo mismo un proceso de lavado espiritual.
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