Y si miro todo desde un prisma, la realidad se podría llegar
a bifurcar en diferentes variantes captadas por la percepción humana, pero en
miles más sin el fino ojo humano anclado en su realidad impuesta anatómicamente.
Aún, anclando mi bandera y proclamándome libre de todo, sigo atado, con pies
sobre arena mojada.
Entre tantas consonantes puedo oler el logro a porvenir. Si cada color fuera una variable de vida, sería un enfoque más tenue de mí mismo, aunque me ahogaría en cada tono visible. Podría llegar a flotar en un par imperceptible, porque entre mi cabeza y mi imaginación, correría horas en el Ozono. Y si de volar se trata, entraría perfecto en el círculo vicioso interminable de pecados capitales. Porque; de excesos se trata esto, porque de vivir nos consta, pero de disfrutar prácticamente lo penamos, ante mil leyes que jamás entenderemos, porque, seguimos una pseudo moral impuesta.
¿Y qué pasa si corro sin apoyar los pies? ¿Sería un
monstruo? ¿La gente me entendería? ¿Me dejaría de hablar? Tengo decenas de
palabras sin tilde y muchas integrales sin integrar y ni hablar de sustitución y
partes. En cuanto de locuras hablamos, supongo que nací para hacerlas, para
seguir mis propias leyes, mis instintos y quizá mi propio lenguaje, ante todo,
humano, después, ser compuesto por palabras, miles, tantas que ni siquiera ser
que las tengo en mi cerebro. ¿Aprendo de algo? Creo que un poquito sí, solo un
poquito, porque del error, corre el margen, el en sí.
Cuanta marginalidad en ésta comuna, cuantos excesos de
confianza y de falta de respeto entre nosotros mismos. ¿Y si nos respetamos más?
Mejor pedir permiso, disculpa y ¿Me puede alcanzar el té por favor?, antes que
de seguir por la vida como si fuéramos únicos habitantes en ella. Te veo tan
mal parado que te ayudaría, pero, creo que tendrías que aprender por vos mismo,
ya que te creíste algún Cristo omnipresente.
Recuerdo mi nombre (mis números), y eso es causante de
tantas discontinuidad en mí.
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