martes, 23 de abril de 2013

No te asustes de la noche, que en la noche vivo yo.

A veces se siente crudo, muy crudo, pero en realidad, el dolor es intenso, y se siente en cada mirada y palabra que sale de tu boca, porque antes lo que había en éste corazón era el sentimiento más puro y noble que pude haber sentido hacia un ser humano, pero hoy solo es un cenicero repleto de colillas y marcas. Porque en un segundo el corazón se me estrujó como si fuese un gran terremoto y mis costillas simplemente se lapidaron hacia mis caderas. Entre tantos tironeos, siento que el alma hoy se metió en un freezeer y mi cerebro estalló por los aires para evitar ver la realidad que me planteaste. Las lágrimas secas que puedo derramar o el polvo viejo que sale de mis ojos, hoy podría ser una prueba de amor, del amor más honesto, pero, entre tantas ibas y venidas, se convirtió en un lugar de paso, en una escala hacia la helada cobertura de metal que a veces siento que te cubre. Porque estoy acá, pero mis piernas se detuvieron y hasta pensaron en partir lejos, porque creo que hoy, ya no soportaría otra vuelta de cara, porque ahora, en éste momento, no siento nada, ya no siento nada, me mataron salvajemente y no me quedó ninguna neurona viva ni mucho menos despierta.

Escribo con cada bombeo de sangre, porque esto son vísceras, y las manchas que fueron sentimientos quedaron ahogadas en un mar helado y la gente, entre tanto y no en tanto te miente, te engaña, te lastima, te patea, te da vuelta la cara y te pisotea como si fueras de plástico, porque en realidad, no hay sentimientos dentro de éste cuerpo, claro, porque eso es lo que ven de uno. Aún así, caigo, y no dejo de caer, porque hoy, tengo espinas.

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