Ante momentos de anhelo y carencia espiritual, la cabeza vuelca su atención
ante creencias bizarras, pero que dan o brindan un salvavidas fugaz. Entre
tantos hilos se desvanece la popularidad y cae en una precoz existencias.
En un alrededor, gran, vemos todo multicolor, pero, en realidad, los colores
son simplemente matices del gris, que rara vez subrayan los pigmentos vivos del
elixir mismo que nos da vida cada día de nuestra existencia. Entre tanto, creer
en el amor y en los vuelos de la vida puede enmagrecernos el cerebro hasta el
punto clave de hacernos volar bajo los efectos de la morfina sin dejar que
nuestro cerebro respire una gota de oxígeno. Entre tantas vueltas, la
conciencia explora nuestros recovecos e intentas salvarnos del suicidio, pero
ante ello, solo caemos en nosotros mismos para intentar adelgazarnos de
responsabilidad, aún así, creemos, y no dejamos de hacerlo, porque es nuestro
combustible, porque si no creyéramos en algo, hoy estarías moviéndonos por inercia
y la vida sería un juego parecido al solitario solo que sin reglas y sin un
fin.
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