Soy la fuente de sangre que brota de tus venas.
Soy aquella sombra que permanece intacta a tu alrededor.
Soy eso que anhelas en las noches cuando nadie te abraza.
Soy todo lo que te de miedo y a su vez lo que te calma.
Soy aquello de lo cual te tendrías que cuidar y alejar.
Aún, entre tantos ecos y tantas figuras, perduro con los años.
No es mi decisión, y tampoco mi destino permanecer.
Pierdo la razón por momento, pierdo mi ser en otros.
No tan distante está tu figura de mi mente.
No pises el suelo, porque nada es firme.
No pises el pasado, porque ahí vivo yo.
No quiero que vuelvas, no quiero que te ausentes.
No me cuestiono si, y tampoco no.
Ahora, en éste momento te escucho, te lloro, te persigo, pero quiero que te vayas.
No me veas, porque puedes encontrarte con tu reflejo.
No me temas, porque puedo ser tu imagen deteriorada.
Y mucho menos me huyas, porque siempre se volver.
Es imposible escapar, es imposible no ser.
No comas mis sesos, que ahí vamos.
Tampoco me ignores, porque soy y estoy.
No te ciegues, porque los ojos están en tu cuerpo.
No te muerdas, porque la carne es tuya.
No huyas, porque tu cuerpo te persigue.
No te escondas que en la sombra vivo yo.
Soy el eco que perdura por los siglos.
Soy los recuerdos que reprimís en tus lados más ocultos.
Soy aquello que aún no conoces y a lo que le temes.
Soy esos cambios que existen en tu destino.
Y soy cada lágrima de triunfo que brotó, brota y brotará de tus ojos.
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