Y cuando esté dentro de mi propio infierno, rodeado de agujas y cuando las pastillas no me hagan efecto, podré caerme en el mar de fuego más grande que quemará mis visceras hasta hacerlas polvo y poder llegar a ser un perfecto recuerdo de necrofobia existente entre mi cerebro y mi psquis.
Porque es cuando siento que en todo mi entorno giro en círculo hasta que pueda encontrarme con todo aquello que alguna vez me brindó algún tipo de elixir y alimentó mi imaginación de falsas esperanzas ante la mismísima humanidad. Con tanto sangrado en el camino, y ya sin materia gris en la cabeza, arrastro mis piernas por el suelo de cemento que come mi piel y la desintegra, porque entre tanto dolor, pude encontrar una gota de sudor y de satisfacción al mirar frente de mi y darme cuenta que entre tanta mierda hay un poco de luz que alumbra mi bienestar y que al costado de mi andar tengo almas que cuidan de mi persona y que bajo el nombre de amigos, devuelven calor a mi ser.
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