lunes, 23 de enero de 2012

Marta Sánchez.

Un día creí haberme cruzado con el duende de la olla de oro; lo seguí un sin fin de kilómetros, atravesé muchas montañas, nadé ríos helados, cálidos y templados, escalé rocas gigantes, residí en bosques, selvas, planicies y etc’s, en playas nadé, ciudades recorrí, en cascotes de hielo me helé y en desiertos me sofoqué, en matorrales me perdí y en jardines me hilé, atravesé varias décadas, varias eras y milenios, hasta en la Biblia aparecí y en el Corán también. Castillos medievales crucé y video juegos jugué, problemas matemáticos y ecuaciones de física resolví, en libros de física cuántica figuré y en los de hechicería también. Aparecí en varias constituciones, juzgados y leyes de cada país existente en el planeta Tierra, en Islandia entré y por Tailandia salí. En cuevas me metí y por fosas me sumergí, nadé en los 5 mares y naufragué en ríos, con tiburones buceé, y en acuarios alimenté rayas, embarqué en el puerto de Montevideo y en el de Singapur desembarqué, por la Aduana de Astana pasé y por en consulado de Rusia salí, hice mil filas en bancos, impuestos pagué, y multas cobré, recorrí la panamericana entera, Sudamérica conocí, y en Centroamérica culminé, en los polos el hilo magnético perdí, pero con la brújula los recuperé, en Atlántis me ahogué y a los tres días resucité en una cueva, en la última cena brindé y para pascuas reencarné, árboles de cacao talé y de café sembré, por las islas dulces azúcar recogí y en Brasil hice café, en L.A. estuve en un terremoto y en Australia en una tormenta de arena, Estambul crucé y hacia Asia partí, el imperio Mongol conocí y el Romano sucumbí, el Virreynato del Río da la plata liberé y a Cuba bloqueé, hacia Saturno despegué y aterricé en Mercurio, Fobos y Deimos volé y la otra cara de la Luna conocí. En Londres cigarrillos compré y en Filipinas los reciclé, en las ruinas de Pachupichu seguí al duende que en el Cairo me di cuenta que era un espejismo.

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