Casi siempre pienso que la gente no pone interés propio en entenderme, que simplemente piensa que las cosas pasan porque sí, por amor al arte, porque el cosmos de alguna u otra manera lo quiso así y ya está. Pero en realidad, por dentro hay un largo proceso de digestión de preparación que lleva tiempo. Un análisis muy largo que muchas veces lleva a darse contra la pared un sin fin de veces.
Tener un costado no amable y otro “correcto” lleva a un sin fin de conflictos que terminan con la saturación, y las ganas de no querer volver respirar jamás.
Que la gente te juzgue y que pase por encima de tu cadáver duele, y sobre todo aún más cuando sentís que es distante, indiferente y que simplemente te sentís un peor es nada. Cuando uno hace enormes sacrificios para impedir que el volcán explote y que uno arriesge su vida día a día con la lava misma para que a fin de cuentas seas juzgado con el peor de los jueces y con la mirada más estricta y dura del planeta. Porque en el centro de tu coraza se encuentra una persona que ya no sabe que hacer para que el exterior no te vea como un demente, sino como una persona que día a día intenta salir del agujero.
Siempre existe la gente que cree entenderte y en realidad, no lo es, en la primera de cambios se va con un auto discurso moralista sin sentido y con una estructuralidad que por si misma tiende a quebrarse sola. Porque en realidad, ya no existe nada en el medio, simplemente es una atadura que permanece hasta que algún día, colapse sola y se derrumbe con el correr del tiempo y desaparezca como lo haremos todos nosotros en el fin de los tiempos.
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