Un día, un buen día alguien una vez me extendió su mano y me llevó. Ese alguien me llevó a los lados más oscuros y profundos del océano, para ahogarnos juntos, morir en soledad y paz en el fondo del mar. Donde el frío te corta los huesos y te congela el alma.
Sentir el frío en el rostro y los pulmones llenos de agua, quizá el lugar donde quisiera estar ahora, tragando agua hasta poder terminar con todo y todos, cerrar una historia que ya está hecha y que no tiene otro fin alternativo. Cerrar todo tipo de historias abiertas que hayan quedado en mi vida, dejar todo prolijo para poder agarrar esa mano y dejar que me guíe por su camino espiritual y repleto de sabiduría.
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