jueves, 16 de octubre de 2014

River.

Una manera de sentir, dejarse llevar, caminar sin tener miedo.

Sin dejar que el correr de los años 
nos marchite con cada segundo.

Y siempre creí que entre toda ésta gente iba
a encontrar a mi alma gemela, 
pero sin quererlo, me topé con mi verdadera piel.

Sin temer a pensar y sin tenerle miedo al error
me lancé hacia aquel mundo sombrío de la duda.

Pero, finalmente pude triunfar, pero para ello era necesario fallar y caer.

Entre tantas sombras, un corazón se desangra.

Pero, aunque no parezca, siempre está el torniquete.

Y ese puede ser uno mismo, podemos creer y volar tan alto
que lograríamos romper con las barreras del sonido.
Nadaríamos tan en lo profundo que nuestro inconsciente lograría corrompernos.

Aunque un día no logre despertar más,
una voz muy suave me dejaría en claro que logré fallar, pero sin antes haber saboreado la gloria.

Y, una vez más, acá, en éste lugar del mundo, mi cerebro funciona
como una lamparita de bajo consumo que se consume a cada
instante, cada hora, cada minuto y cada segundo.
Pero no dejaría que el paso de la vida me frene.